domingo, 12 de octubre de 2008

Noches de bohemia

Cada noche, desde hace once años, duerme en un sitio diferente. En el cajero de algún banco, o en el banco de alguna rambla. Debajo de puentes, encima de cartones. Si tiene suerte, en la noches de más frío, consigue cama y un plato de sopa fría en algún albergue de caridad. Se pasa los días de acá para allá, arrastrando un carrito lleno de trastos viejos e inútiles que encuentra abandonados en los contenedores de las calles que recorre; una muñeca sin pelo y con las ropas raídas, una radio sin pilas, una caja de lata, donde algún día hubo galletas de chocolate, llena de aboyaduras y con un árbol de Navidad en la tapa de colores desgastados. Siempre lleva consigo una foto de su único hijo, al que no ve desde el día que la vio postrada en la acera pidiendo limosna, con una mano extendida y un trozo de cartón en la otra, donde leyó "TENGO CINCO IJOS PEQUEÑOS, UNA ALLUDITA, POR FABOR".

Deambula por parques solitarios y callejones sin salida, buscando entre los restos de basura una pieza de fruta podrida, unas migas de pan duro o un trozo de carne mordisqueado. Dos grandes agujeros adornan sus viejas zapatillas de andar por casa, y hace más de tres meses que no se ducha. Guarda con recelo un libro que encontró de García Márquez, y lo lee con ansias para olvidarse del dolor cuando llega el invierno. Conoce cada rincón de la ciudad que la vio nacer, y se esconde detrás de un árbol cuando escucha desde lejos la sirena de algún coche de policías. Le gusta jugar a las adivinanzas con los gatos, y contar hasta cien para volver a empezar. Y chapotear en los charcos que encuentra a su paso, y tumbarse bajo el sol, con los dedos asomándole a través de los calcetines rotos, hasta que se queda dormida con una sonrisa de oreja a oreja. Disfruta de la risa de los niños, y se pierde viéndoles jugar en las cortas noches de verano. Recrea en su mente partituras que luego tararea calle abajo, parándose en cada Sol para calentar su alma. Y muerde con los pocos dientes que le quedan a un viejo chiflado que intenta robarle el retrato de su hijo. Siente en sus huesos cuándo va a cambiar el tiempo, y es capaz de predecir las lluvias sin equivocarse. Y se deja llevar por el silencio de las noches sin fin, apostada en cualquier esquina, rezándole a un Dios en el que hace tiempo dejó de creer para que se apiade de ella y le devuelva la luz del día.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Como en un comic

"Soy invencible", pensó, mientras le atravesaban con una daga el corazón. Y sin apenas inmutarse, fue desangrando todas sus penas y alegrías, fues desgranando los momentos de pasión contenida, también aquellos en que ésta desbordaba márgenes y límites, rompía muros y barreras. "Soy invencible", pensó, mientras su alma se desgarraba, y sus ganas se agarraban a cada lágrima derramada. Inmóvil, porque la certeza de saberse ante la verdad más absoluta le agarrotaba los músculos. Intocable, porque sobrevolaba el mundo que se movía bajo sus pies, entre nubes de algodón. Irrompible, porque estaba hecho de una mezcla de acero, diamante y el oro más puro. Indiscutible(mente) se le fue apagando la luz, poquito a poco, y en la oscuridad más negra volvió a pensar "soy invencible".

viernes, 12 de septiembre de 2008

De su puño y letra

Desde el punto más oscuro, recóndito e inalcanzable; desde ese agujerito cuya profundidad varía y oscila constantemente; desde el rincón más apartado y remoto, ese en el que te escondes cuando el nudo en tu garganta aprieta tanto que te impide respirar. Desde la historia con el final más triste que hayas podido escuchar; desde la canción con la melodía más desgarradora que jamás haya llegado a tus sentidos. Es desde ahí desde donde yo te escribo. Porque en cada historia rota por la mitad, ahí estoy yo. En cada corazón encharcado que ya no late como antaño, me podrás encontrar. Y en cada verso desemparejado, en cada lágrima que quema como el ácido. Y en cada noche de insomnio, en cada pesadilla que se repite sin cesar, búscame. Porque yo existo gracias a eso; tu mirada ausente, perdida en el horizonte, me da vida. Me alimento de tus derrotas, de tus fracasos, de tus pasos en falso. Me hago más fuerte con cada golpe que recibes. Me balanceo en las olas de tu desesperación, y floto, y me sumerjo en tus penas más amargas. Y bebo de la sangre que brota a través de esa pequeña herida que debió haber cicatrizado hace tiempo ya. Y sabes que si yo desaparezco, tu pluma se marchitará, ya nada tendrá el mismo sentido. Sólo quedarán cuatro líneas insulsas, vacías, mediocres. Así que, por mi parte, el pacto sigue en pie.

Firmado: Tristeza

sábado, 23 de agosto de 2008

Al fondo a la derecha

Me cago en Marlango, en Andrés Calamaro y en todos los cantautores argentinos habidos y por haber. Me cago en las chicas de pelo corto, en Amelie y en Frank Sinatra con su "Fly me to the moon". Me cago en Hugo Boss, en Quim Monzó y en El Principito. Me cago en Santa Tecla, en los anuncios de tampones sin falda y en los restaurantes japoneses. Me cago en las Cristinas, en las Nurias y en las Maites. Y ME CAGO EN TI, en mayúsculas.

P.D: Te escribo porque sé que ya no me lees. 12-10-07

martes, 12 de agosto de 2008

Habitación 113

Toneladas de gomina que resbalan gota a gota cual cascada por el cuello de su camisa tatuada con labios de carmín ajenos. Litros de perfume barato que se huele a leguas mezclado con el olor de su virilidad avergonzada. Y un cuarto lleno de espejos que consiguen multiplicar por mil sus deseos más ocultos. Y los botones saltan, y las camisas se desgarran, y las medias hacen una carrera para ver quien llega antes a la meta. Y los muelles chirrian, y las paredes gritan, y las luces intermitentes dejan de alumbrar. Y mientras la luna se parte en dos, algo cae, haciendo un enorme estruendo cuando choca contra el suelo. Y gomas, dos, tres, cuatro, que no consiguen borrar el pasado, que dan vueltas y más vueltas al tirar de la cadena.

Se viste, recoge sus cosas. Enciende el motor del coche y conduce casi sin mirar. Y mientras bajo la cama de ese motel de carretera descansa en paz su alianza, una voz le da la bienvenida. Hola cariño. Debes estar agotado. ¿Quieres que te prepare algo para cenar?. Cae de rodillas al suelo, y empieza a llorar como un bebé, abrazado a su cintura, sollozando lo siento, lo siento, lo siento...

domingo, 3 de agosto de 2008

Sexo, drogas y rock&roll

Se levantó una mañana, después de haberse pasado más de 24 horas seguidas durmiendo. Notaba el cuerpo como si en cada músculo le latiese un corazón, pequeño pero potente, y la cabeza como si un grupo de cincuenta adolescentes, bebidos, drogados y cachondos, hubiesen estado haciendo una orgía dentro de ella. Las sábanas bañadas en sudor, y tatuadas con la esencia más pura de su ser, esa sustancia blanquecina y pegajosa que alimenta sus sueños. Al poner los pies en el suelo, y conseguir abrir los ojos, se vio rodeado del caos más absoluto. Botellas de cerveza vacías danzando alrededor de la cama, muebles fuera de su sitio, sillas rotas, cuadros destrozados... y un olor, mezcla de porro y el sexo más salvaje, en el ambiente. Meó, se lavó las manos, la cara, y se miró en el espejo, donde descubrió un número de teléfono pintado con carmín rojo, junto a una frase que rezaba "Soy la del tanga rosa. Llámame". Pasó la mano por encima, y a medida que el carmín iba desapareciendo, aumentaba su resaca. Un café, bien cargado, y una ducha fría, y cada gota caía sobre su cuerpo entumecido como el agua de lluvia cae sobre suelo yermo. Desorientado, como un niño pequeño que se pierde en mitad de unos grandes almacenes, iba recorriendo cada rincón del apartamento como si fuese la primera vez que lo pisaba, y reconociendo, y recordando todo lo que el alcohol le había hecho olvidar. Y repasando hechos, momentos fugaces, que iban llenando los huecos vacíos de su memoria, instantes vividos, o soñados, mezclados en un cócktel molotov, se topó de frente, como quien se choca contra un muro, con una imagen, algo borrosa por el tiempo, que le abofeteó en su rostro cansado, en sus mejillas vestidas con una barba de tres días. Y se agarró el pecho, como el náufrago se agarra a esas cuatro tablas que hacen las veces de barca, intentando encontrar su corazón, y descubrió que ese músculo, del tamaño de un puño, había desaparecido, no estaba donde debiera estar. Y recordó, mientras moría un poco en el recuerdo, que aquella imagen, algo borrosa por el tiempo, se lo había llevado consigo, dejando un reguero de sangre tras de sí.

sábado, 26 de julio de 2008

Cursilerías aparte...

Porque cualquier excusa me sirve para pensar en ti, y perderme de nuevo en los momentos felices que compartimos, y mortificarme de nuevo con los malos ratos que no supimos esquivar. Porque cualquier hora del día es buena para que te pasees, impune, por mis recuerdos; cuando estreno un día, con el sabor amargo aún en la boca, porque recreo cada mañana que desperté contigo. Cuando cae la noche, y arrecia el frío, porque evoco cada momento que me abracé a ti, y me dormí a tu lado. En mitad de una película de final predecible, o del paseo por donde solíamos caminar. Y es que te ato a mí con tanta fuerza que duele, hasta que en un descuido consigas escaparte, y entonces ya no habrá cuerda que amarre aquello que debí haber soltado hace mucho tiempo ya.
12/12/07

sábado, 19 de julio de 2008

Historia cualquiera de una mujer cualquiera en un día cualquiera

Lo primero que hace cuando entra por la puerta es encender las luces de toda la casa. Pone la radio, o la televisión, siempre a un volumen moderado, y se tira en el sofá. Cierra los ojos, respira profundo un par de veces y se levanta de un salto. Deja encima de la mesa del comedor todo lo que lleva encima, llaves, bolso, chaqueta, correspondencia, y sale a la terraza. Se queda en la misma posición durante cinco minutos, después se dirige al baño y abre el grifo del agua caliente. Se desnuda lentamente mientras se observa en el espejo, notando que sus pechos están ligeramente caídos y que le sobran tres o cuatro kilos. Se mete en la bañera, llena hasta los bordes, y se sumerge por completo, aguantando la respiración. Abre los ojos bajo el agua mientras diminutas burbujas van asomando a través de su nariz. No piensa en nada, su mente se ha convertido en una habitación oscura, vacía, sin aire. Inundada su capacidad de reacción, abre la boca y su alma sale volando. Y la mira, y la contempla, callada y tranquila. Y huye por la ventana abierta del cuarto de baño, dejándola así, indefensa y desprotegida, mojada y serena.

domingo, 13 de julio de 2008

13/07/08

Motas de polvo adornan el salón, cajas vacías y cientos de hojas de papel esparcidas por el suelo. Un piano afónico tocando una traviata, y la foto de familia colgada en la pared. Partituras incompletas vuelan por la habitación, y dejan en el aire ese sabor dulce de los besos robados, ese sabor amargo del chocolate sin leche. Huellas de pisadas recientes, dispuestas con cuentagotas, en un reguero que llega hasta el jardín, donde se pierde el rastro entre matojos de hierbas que hace meses que no se cortan, y barro que se queda enganchado en las suelas. Y me siento en mitad del caos, con las piernas cruzadas, y las manos pegadas el suelo, inclinando la cabeza hacía atrás para ve mi reflejo en la lámpara de cristal que cuelga del techo. Y así me quedo durante horas, con las piernas adormecidas y el cuello dolorido, creyéndome la persona más afortunada del mundo y sabiendo que fortuna nunca se escribirá en mayúsculas.

miércoles, 11 de junio de 2008

Mientras espero el tren, me salen éstas cosas

Duerme cerca del radiador, como el ratón de Susanita (¿o era Susanita, la ratoncita?) y con un par de calcetines en invierno. Pero no le gusta el fútbol, en el recreo siempre se quedaba solo en una esquina, contando los minutos que faltaban para que sonase el timbre. Y adora el cine (de autor, independiente; detesta las comedias yankies, todas ellas insulsas y predecibles) y va al teatro siempre que puede, y su economía se lo permite. No importa si es un musical, un monólogo de la vagina (o del pene), una adaptación de un clásico o una puesta en escena post-modernista repleta de desnudos, tetas y culos, tacos por doquier y verdades a granel, siempre y cuando azote su ego masacrado y le dé placer a su intelecto. Huye de las conversaciones a lo "tertulianos de Ana Rosa Quintana", aunque tampoco ve los documentales de la 2. Prefiere malgastar su tiempo tumbado en la cama poniéndoles cara a las manchas de humedad del techo mientras escucha la lluvia caer a través de la ventana.

lunes, 26 de mayo de 2008

Había una vez...

Y hablar de uno mismo en tercera persona, mientras cuentas en primera persona una historia inventada, que podría ser la historia de cualquiera. Es la magia de la palabra, que no necesita de varitas, ni de trucos, ni de hechizos. Porque hoy puedo ser un personaje de cuento infantil, y mañana un operario de fábrica con vocación frustrada de escritor. Y puedo ser tú cuando me dé la gana, y dejar de serlo en el momento que quiera. Porque tus ilusiones, tus deseos, tus sueños y tus metas pueden ser míos con sólo chasquear los dedos, y devolvértelos cuando ya no los necesite. Porque puedo disfrazarte de pirata con pata de palo incluída, o de ejecutivo agresivo. Puedo transformarte en princesita de cuento de hadas en un abrir y cerrar de ojos, o en anoréxica suicida en menos tiempo aún. Puedo recorrer miles de kilómetros en un solo segundo, y gastar media vida en cruzar una calle. Puedo soñarte despierto, y mirarte a la cara como en un sueño. Puedo inmortalizar en un par de líneas mil historias compartidas, y pasarme cientos de hojas para contar un minuto de tu historia. Y puedo matarte, para resucitarte después, y seguir inventando recuerdos, y recreando ilusiones.

Sigue buscando

Tú me buscas porque soy un polvo fácil. Yo te busco para no sentirme tan sola. Y así, nos buscamos, sin encontrarnos, porque nos perdimos hace tiempo ya.

miércoles, 30 de abril de 2008

I wanna be

Quiero ser como el sol que ilumina tu rostro en los días cálidos de un frío invierno. Quiero ser como la luna, grande, llena e inalcanzable, cuando guía tus pasos en las noches de desconcierto. Quiero ser como el agua de un manantial, pura y cristalina, y brotar por las colinas, y saciar la sed de los ríos secos. Quiero ser como la nieve que se posa en las montañas más altas, blanca y virgen, y deshacerme entre tus manos cuando juegas como un niño. Quiero ser como las hojas de tu libro favorito, y que me roces con las yemas de tus dedos, y acaricies con suavidad las historias que te cuento. Quiero ser como las estrellas que se pierden en mitad de la oscuridad de tu cielo, para brillar en tu noche y que no dejes de contarme. Quiero ser como el rocío de la mañana, fresco, para posarme en la ventana de tu habitación, y que me veas nada más despertar. Quiero ser las notas de esa canción que tanto te gusta, y revolotear a tu alrededor con la alegría de un buen día, y danzar en el aire cada vez que me tarareas. Quiero ser las hojas en blanco de tu diario, para que plasmes en mí tus pensamientos, tus sueños, tus ilusiones, todo aquello que vibra dentro de ti, y guardarlos en mí como el mayor de los secretos. Quiero ser la sonrisa que se dibuja en tu cara cuando te sorprenden con algo bueno, para estar más cerca de ti con tus alegrías y compartir con el mundo tu felicidad. Quiero ser el atardecer de tu día más cansado, para cerrar los ojos contigo y acostarme a tu lado.

viernes, 11 de abril de 2008

Háblame

Háblame, pero háblame despacito, suave y a media voz, porque aunque esté lejos, en la otra punta del mundo, te escucho como si me susurraras al oído. Háblame y cuéntame cómo te va todo, si sigues apostando sin miedo a perder, o grabando aquellas películas de la tele que luego nunca veías. Si todavía conservas tu piedra de la suerte, desgastada de tanto manosearla. ¿Te echaste novia? Es normal, el amor es como un canto de sirenas que a todos acaba por atrapar. Pero no te preocupes, aunque a veces duela, el sufrimiento desaparece cuando te dicen eso de quiero abrazarte hasta que me duelan los brazos, quiero tocarte hasta que me duelan las manos, quiero besarte hasta que me duelan los labios, quiero amarte hasta que me duela el corazón. Lo sé, y te entiendo. ¿Que volviste a fumar? Ya sabes lo que pienso, pero por lo menos siempre llevas un paquete de chicles en el bolsillo, para contrarrestar efectos. ¿Y Tripsy? Seguro que sigue tan juguetón y travieso como siempre. No le eches demasiado la bronca si se mea en el suelo o te babosea los cojines del sofá, sabes que lo hace para llamar tu atención (lo tendrás descuidado, seguro, entre el trabajo y el amor...). ¿Y esas gafas? Ya te dije que tantas horas frente a la pantalla del ordenador pasarían factura. Pero lo cierto es que no te quedan nada mal, te dan un aire así como interesante. Claro que no te estoy llamando aburrido, no seas tonto, lo hago porque me encanta la cara que pones cuando me meto contigo (sabes que lo hago con cariño). ¿Ahora vives aquí? Me alegra saber que las cosas te van bien. Oye, tu chica y tú, hacéis muy buena pareja, es muy guapa. Yo creo que hasta os parecéis y todo. Acabaste la historia justo al contrario de como la empezaste. Eso está bien, sabes que siempre odié los finales previsibles (aunque vivía enganchada a ellos). Bonitas vistas, al lado del mar, como siempre soñaste. Ya te estoy viendo, bañador y toalla en mano, incluso en las mañanas más frías, retando las bajas temperaturas. Nunca olvidaré cómo te sumergías bajo las olas, y me hacías sufrir los primeros segundos, hasta que veía emerger tu negra melena, y comenzabas tu ritual. La tensión en tus músculas hacía que te brillase la piel, y en los días de sol, su luz se reflejaba en ti. Parecías una escultura griega cuando cobra vida. Sí, no te rías de mí, ya sé que cuando me pongo poética te resulto graciosa. No, mal no, al contrario, pero ya sabes que yo siempre tuve debilidad por el pelo largo. Te queda bien, te hace más señor, más maduro, imagino que a ella le debes gustar más así. ¿Te hiciste un tatuaje? ¡Con el miedo que te daban las agujas! Es un símbolo, ¿no? ¿Qué significa? Ah, claro, no podía ser otra cosa... veo que en eso no has cambiado.

Nunca sabrás cuánto te amé, pero ahora ya nada de eso importa. Tengo que irme ya, me reclaman allá arriba. No sé si nos podremos volver a ver, pero tú habláme, que yo siempre te escucho, aunque esté lejos, en la otra punta del mundo, te escucho como si me susurraras al oído. Háblame cuando estés triste, cuando estés alegre. Cuando te sientas solo, o en buena compañía. Háblame, que yo siempre te escucho.

sábado, 5 de abril de 2008

Misa de doce, velos negros, alpargatas usadas, rosarios y rosas. Y cada campanada rebota en su corazón, formando un charco de sangre que nadie puede ver. Un pasillo lleno de hormiguitas que buscan su sitio, y se acomodan en el anonimato para no perder las formas. Rezos a media voz, padresnuestros, y vuestros, avemarías, concebida sin pecado. Alimento a base de hostias, que llenan su estómago pero no calman sus sed. Cuatro o cinco disparos más tarde todo queda en silencio, y sólo se escucha el llanto de un bebé bañado en agua bendita. Tú eres entre todas las mujeres.

jueves, 27 de marzo de 2008

Yo sólo creo en Billy Wilder

Con faldas y a lo loco. Y sin bragas, que corra el aire. Esta noche voy a follar, que no puede ser que no hayas caído aún. Sé que te haces el interesante conmigo, pero no sé cuántas veces decirte que conmigo te puedes ahorrar esa cursilería de versos pseudorománticos que les escribes a las otras chicas. Que yo no quiero que me bajes las estrellas ni la luna, que las pongas a mis pies. Que yo no necesito escuchar de tus labios cuánto me amas, que no puedes vivir sin mí, que cuando yo no estoy te cuesta respirar. Que reserves tus caricias y tus miradas de bobalicón enamorado para la madre de tus hijos. Que yo sólo quiero que te emborraches conmigo, y que follemos en el lavabao del bar. Que pasees tu lengua por cada rincón de mi cuerpo, que me untes, que me metas y que me saques. Yo no quiero ramos de flores en nuestro aniversario, ni un anillo para mi cumpleaños. Ni cenas con velas, ni tardes ni tempranos. Yo sólo quiero que follemos, y después... me abraces como si hoy se acabase el mundo, me mires a los ojos y me digas que conmigo sientes lo que nadie es capaz de hacerte sentir. Que revientes de amor por mí. Que no, que yo no soy como las demás.

jueves, 20 de marzo de 2008

Un solo de palabras

A simple vista son sólo palabras, palabras que se cruzan, chocan y rebotan. Unas veces visten de gris, ese color que no es blanco, ni es negro, que siempre está en el medio. Otras se disfrazan con colores más chillones, o se pintan con tonos más profundos, más pasionales. Hay momentos en los que incluso se desnudan, se despojan, se abren y se muestran tal y como son, sin máscaras, sin maquillaje. Sí, tal vez sean sólo palabras, que vienen y van, que inventan y rememoran, que sonríen, o que lloran. Palabras suaves como el terciopelo, crudas como la realidad, abstractas y mágicas. Sí, quizás sean sólo palabras, pero cuando se miran a los ojos, cuando se dan la mano, cuando se besan, como dos enamorados, despiertan los instintos más primitivos, más puros, y recorren cada centímetro de nuestra piel en una caricia eterna.

No importa que vistan de gris, o de negro, como se viste el cielo en una tarde de tormenta. No importa que bailen, que canten, que chillen o que callen. No importa que dancen en un renglón, o que se esparzan como gotas de lluvia. Que intenten caminar en línea recta, o que vayan dando tumbos sobre las hojas desgastadas de aquella libreta amarilla. No importa que a veces se escondan tras el telón por miedo a salir a escena, o que den el do de pecho y se planten firmes, serenas y seguras. No importa si me crees o no, pero tus palabras nunca serán sólo palabras, porque nacen de ti, y se mezclan contigo, y se enlazan con ingenio y sentimiento para desembocar en esas mentes inquietas que saben apreciar lo que es bueno. Porque hay estilos diversos, y formas de hacer diversas, pero la tinta que derrama tu pluma siempre crea algo original, genuino, diferente. Y no se admite discusión.

domingo, 16 de marzo de 2008

Siempre en medio, justo en medio

Porque el dolor es masoquista, y sentarse en medio de dos verdades te deja el culo como si hubieras estado una semana entera cagando. Siempre en medio, justo en medio. Porque mi tolerancia a los mentirosos es flexible como una goma, y a veces cuando la suelto sin querer me da en toda la cara. Siempre en medio, justo en medio.

lunes, 10 de marzo de 2008

Como Pe

Juego a la ruleta rusa con los dedos de la mano izquierda, mientras por los altavoces del circo suena una tal Christina desgañitándose. Y el flequillo se me mete en los ojos cuando intento agachar la cabeza disimuladamente para no darme de frente con tu mirada. Porque con zapatos de tacón no sé andar, y las suelas de mis bambas están desgastadas, casi rotas. El dependiente me mira con extrañeza cuando le pido si tienen máscara que alargue las pestañas hasta el infinito, y me contesta con un no se crea todo lo que sale por la tele, señorita. Así que me doy la vuelta y me voy con mis uñas despintadas a otra parte.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Agujeros encharcados

Bohemio y soñador, introvertido, bufanda al cuello y libro en mano, siempre. Paquete de tabaco en el bolsillo, cerillas en el corazón. Sentado en el banco más oscuro y apartado del parque, perdido entre líneas de versos sin rima, poesía romántica, literatura contemporánea. Componiendo de memoria estrofas de una canción que sabe que nunca terminará, dando de comer unas cuantas migas de pan a cuatro palomas que se posan a su lado, inocentes y hambrientas. Calmado y sosegado, rebelde de pensamiento, pacífico en sus actos. Pantalones agujereados por donde se cuela el frío del invierno más crudo, guantes de lana viejos, y un gorro calado hasta las orejas, con el que se siente más protegido, más ausente, y más anónimo. Gabardina tan gris como las lluviosas tardes londinenses, a la que le faltan dos botones, y tan desgastada como los besos que ya nunca da. Anota en un cuaderno cuatro frases que se pasean, fugaces, por su pensamiento, y que consigue captar antes de que salgan corriendo, letra temblorosa que nadie entiende, palabras inventadas que nadie cree. Dibuja iniciales en la arena con un palo de madera, y las borra con la suela de sus zapatos descordados, para que no quede rastro de un pasado que va haciendo aguas en su memoria. Edificios altos que asoman en el horizonte, tapando los rayos de un sol que ya se puso el pijama y se lavó los dientes. Barba de tres días (¿pues sabes que te hace más interesante?) bajo una piel irritada que guarda las caricias de una de esas iniciales sin nombre, y que de vez en cuando vuelve a sentir raspando sus mejillas como si fuese una cuchilla oxidada. Gafas de aumento para una vista cansada (cansada de ver), que se quedan colgadas en mitad de su nariz cada vez que agacha la cabeza para volver a perderse entre unas líneas que no sabe de dónde vienen, hacia dónde van. Pañuelo de tela con esa misma inicial (sin nombre) bordada a mano, que esconde en su pecho, que acelera su boom-boom cada vez que lo roza. Risas al fondo, que se confunden con el humo que sale de su boca, mezcla de frío y de tabaco. Cientos de iniciales que revolotean alrededor, que se convierten en una sola, que no desaparece con el humo, ni con el frío. Y alarga su mano, y la agarra bien fuerte, y se la guarda en el bolsillo, junto al tabaco, para poder fumársela después y expulsar el humo lejos, hasta que se pierda en el horizonte, se confunda con el sol, y se abrase para siempre.

domingo, 24 de febrero de 2008

Table for two

Ingredientes:

- 250 gr. de harina
- 1/4 de vaso de agua templada
- 1/4 de vaso de leche entera
- 20 gr. de levadura prensada
- una pizca de sal

Una tarde laboriosa, llena de platos que van y vienen, cacharros sucios en el fregadero, alguna caricia que se pierde entre la salsa de tomate y el queso rallado, y fluídos desahuciados que se van por el desagüe. Una cena tranquila, sin sobresaltos, pintada con las sonrisas que nos arranca el aparatito que hace las veces de tercero en discordia. Un postre dulce, como el chocolate, disfrazado de celebración con un 2 y un 9 que quizás llegaron demasiado tarde (pero con toda la buena intención). Una noche que invita a las confesiones, a compartir secretos que desde que bailan a través de nuestros labios, dejan un poco de serlo. De pasiones contenidas que estallan en la oscuridad de nuestros corazones, y de viajes retrospectivos hacia un pasado que tal vez fue mejor (por lo menos distino), intercalado con lagunas mentales y memorias selectivas. Y una mañana simple y sencilla, pero a contrareloj, que cuenta cada minuto que pasa, que sabe a sábanas mojadas y a creppes recalentadas.

Y vivir cada día como si fuese el útimo, como si fuese el primero. Y preparar un plato perfecto, suave textura, adecuada temperatura, mezclando mi tarde con tu noche y nuestra mañana.

jueves, 21 de febrero de 2008

Tic-tac

Pararía el tiempo en esa cita que resulta perfecta aunque llueva, y cuando sonríes sin ningún motivo. Pararía el tiempo cuando el cielo está pintado con los colores del arcoiris, y cuando me miras sin que me dé cuenta. Pararía el tiempo el día más caluroso del verano más caluroso, y al final de un te quiero. Pararía el tiempo cuando despierto por el olor del pan recién hecho, y cuando te veo al otro lado de la puerta con el desayuno preparado. Pararía el tiempo justo el minuto antes de que el sol se esconda por completo, y cuando me das la mano por debajo de la mesa. Pararía el tiempo antes de que tocaran las doce, para que Cenicienta disfrutara del baile, sin prisas, y estrenase sus zapatos de cristal a ritmo de vals. Pararía el tiempo cuando el reloj marca las 23:32, porque me encanta todo aquello que acaba tal y como empezó. Pararía el tiempo cuando cae la primera gota de una lluvia torrencial, para refugiarme entre tus brazos y empaparme de ti. Pararía el tiempo en el primer pétalo deshojado de mi margarita particular, para que sólo hubiese un me quiere. Pararía el tiempo antes de girar la esquina, para no perderme entre el bullicio de la gente y regresar a casa sana y salva. Pararía el tiempo cuando te miro sin rencor, para no perderme entre los sinsabores de la nostalgia, y poder ver, para después creer.

miércoles, 13 de febrero de 2008

¿¿¿Dónde he metido las llaves???

Conversaciones pendientes que penden de un hilo. Y cuelgan, y se balancean en el aire, al compás de la brisa que sopla mi memoria. Conceptos distorsionados mezclados con filosofía barata, de esa que se enreda entre nuestras lenguas en las noches de cristales empañados, de sombras acechantes, de calor en la entrepierna y frío tras la ventana. Frases flexibles como contorsionista, miradas que se cruzan en el punto de origen, motores que queman cuando nos sorprende el día. Y mil besos fugaces, entregados con la urgencia de unos labios oxidados.

P.D. Porque siempre, y pese a todo, me sirves (o te utilizo) como inspiración. Así que... un gracias de esos que tanto te gusta dar a ti.

sábado, 2 de febrero de 2008

El tiempo pasa, lento, deprisa

Noche templada, cerveza en mano, mientras unos metros más allá el punchin-punchin atrona nuestros oídos. Conversaciones banales, que nos transportan en el tiempo, cuando todo era igual, pero distinto. Tú te acercas, yo me alejo, cantando a pleno pulmón la canción más de moda, recorriendo miles de espacios vacíos que contienen nuestras huellas. Risas que van y vienen, y se pierden entre el ruido de la gente. Y galopan nuestros corazones a mil por hora, intentando seguir una coreografía imposible. Caricias sin intención, aunque intencionadas. Y así, sin más, sin menos, convergen dos voces destrozando aquello de "nada de esto fue un error".

martes, 22 de enero de 2008

Uno entre un millón

Colecciona sellos de países con nombres imposibles. Le gusta pasear bajo la lluvia en las tardes de otoño, y pararse frente al escaparate más luminoso que anuncia una Navidad a la vuelta de la esquina. Sentarse en el banco más viejo de la plaza, y mientras se esconde tras su libro de filosofía oriental, observa a la gente pasar. Cuatro gafas de pasta negra, cinco pares de bambas de colores estridentes, veinte paraguas en mano, cerrados. Evita tener conversaciones importantes, porque la notoriedad le produce escozor en las ingles. Siempre llega con cinco minutos de antelación a sus citas, ya sea una entrevista de trabajo, o si ha quedado con la chica de sus sueños. Se mueve con sigilo, casi como si caminara de puntillas, y es incapaz de tirar esa camiseta de su grupo favorito, por más agujeros o manchas imborrables que tenga. Y sueña con vivir, algún día, en una casita frente al mar, para poder pasear por la playa a las seis de la mañana y tomar una taza de chocolate caliente sentado junto a la ventana mientras los primeros rayos de sol despuntan el día. Siempre abre los ojos antes de que suene el despertador, y se queda remoloneando en la cama hasta que se le acaban las excusas. Duerme escuchando a media voz los acordes de algún disco de nu-soul, aunque en su mp3 siempre se oye pop alternativo. Presume de tener pocos amigos, y no soporta las grandes superficies. Dedica dieciocho minutos diarios a su higiene personal, y nunca se masturba más de una vez por semana. Usa gomina para el pelo en contadas ocasiones, y todavía guarda la primera carta de amor que escribió y que no se atrevió a entregar. Evita mirarse en los espejos, y le gusta imaginarse como una estrella de rock de los años 70. Nunca celebra su cumpleaños, aunque siempre acaba cayéndole algún regalo. Come despacio, muy despacio, y siempre es el último en levantarse de la mesa. Y llora a escondidas, en el silencio de la noche, secando sus lágrimas con las sábanas de la cama.

lunes, 14 de enero de 2008

De una noche cualquiera

Si te dijera que te echo de menos, te darías la vuelta y saldrías corriendo. O tal vez te quedarías mirándome con esa cara que pones cuando intentas entender la letra de una canción que nunca antes habías escuchado. O quizás me borrarías con tu goma mágica y me dibujarías de nuevo, con unos trazos más firmes, y me pintarías con unos colores más alegres.

Si te dijera que te he echado de menos, me hablarías de tiempos remotos, y me señalarías en el mapa esa cafetería donde todas las mañanas desayunabas creppes con chocolate (bien caliente). O tal vez me darías un beso en la mejilla, cálido y perfecto, para que me fuera a dormir y soñase con los angelitos. O quizás saldrías del coche, dando un portazo silencioso, y te quedarías para siempre en la otra parte del mundo, esa que te separa de mí, y yo mirando desde dentro a través de mil cristales.

Si te dijera que te echaré de menos, me cogerías de los hombros y me abofetearías el alma, y después me sonreirías con esa sonrisa pícara que deshace montañas de nieve en las noches más heladas. O tal vez me amarías como nunca, ni antes ni después, y en mi piel quedarían grabadas tus huellas. O quizás me contarías un chiste sin gracia, y me dirías que la noche es joven. Y reptaríamos por la arena blanca que cubre cada ola, y bailaríamos sin compás, muriendo en cada nota, respirando en cada silencio. Y tus manos treparían por mi espalda, caminos inciertos que recorren el sudor frío. Y mi lengua degustaría tu cuello, ambrosía del Olimpo, manjar de dioses. Y nos esfumaríamos en el penúltimo acorde de nuestra canción, de puntillas, para no hacer ruido, para no llamar la atención.

Y buenas noches, nos veremos, dame la mano que tengo frío.

sábado, 12 de enero de 2008

A otra cosa, mariposa

Frases que se repiten en cada renglón, palabras usadas mil y una veces que acaban por desgastarse, expresiones copiadas bajo la luz mortecina de un flexo que acaban por deformarse. Y es que cuando la inspiración se atasca, uno siempre acaba escribiendo sobre lo mismo. Recuerdos que no se borran, heridas que no se cierran, historias que no se olvidan. Y acabas llenando hojas y hojas con palabras vacías que podrías resumir en una simple frase. Párrafos que se repiten sin cesar, en un continuo vaivén. Y le sacas punta al subconsciente, intentando rescatar alguna imagen que ilustres un texto perfecto. Y tu mano descansa en un coma profundo sobre el papel en blanco, mientras los minutos se suceden a cámara lenta, y tu mirada se pierde entre el tic tac hipnotizador del reloj colgado en la pared del escritorio. Tachones, espacios mudos, que no dicen nada, líneas torcidas que no encuentran el camino correcto. Extensiones de una misma idea que no da más de sí, una cuerda que tibas hasta el punto justo en que comienza a deshilacharse. Hasta que decides improvisar un punto y final cogido con pinzas que te permita pasar a otra cosa, mariposa.