jueves, 20 de marzo de 2008

Un solo de palabras

A simple vista son sólo palabras, palabras que se cruzan, chocan y rebotan. Unas veces visten de gris, ese color que no es blanco, ni es negro, que siempre está en el medio. Otras se disfrazan con colores más chillones, o se pintan con tonos más profundos, más pasionales. Hay momentos en los que incluso se desnudan, se despojan, se abren y se muestran tal y como son, sin máscaras, sin maquillaje. Sí, tal vez sean sólo palabras, que vienen y van, que inventan y rememoran, que sonríen, o que lloran. Palabras suaves como el terciopelo, crudas como la realidad, abstractas y mágicas. Sí, quizás sean sólo palabras, pero cuando se miran a los ojos, cuando se dan la mano, cuando se besan, como dos enamorados, despiertan los instintos más primitivos, más puros, y recorren cada centímetro de nuestra piel en una caricia eterna.

No importa que vistan de gris, o de negro, como se viste el cielo en una tarde de tormenta. No importa que bailen, que canten, que chillen o que callen. No importa que dancen en un renglón, o que se esparzan como gotas de lluvia. Que intenten caminar en línea recta, o que vayan dando tumbos sobre las hojas desgastadas de aquella libreta amarilla. No importa que a veces se escondan tras el telón por miedo a salir a escena, o que den el do de pecho y se planten firmes, serenas y seguras. No importa si me crees o no, pero tus palabras nunca serán sólo palabras, porque nacen de ti, y se mezclan contigo, y se enlazan con ingenio y sentimiento para desembocar en esas mentes inquietas que saben apreciar lo que es bueno. Porque hay estilos diversos, y formas de hacer diversas, pero la tinta que derrama tu pluma siempre crea algo original, genuino, diferente. Y no se admite discusión.

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