lunes, 21 de septiembre de 2009

reFrenando mis instintos

Dejar el tiempo pasar, hasta que las ganas se disuelvan, hasta que la pena se transforme en recuerdo, y el recuerdo se convierte en ese algo que evoco cuando me embriaga la alegría. Te dedico estas palabras, que se llevará el viento, mientras viajo al País de Nunca Jamás, de tu mano, y caminando con los ojos cerrados.

Las horas corren en mi contra, y las lágrimas surcan mis mejillas, formando charcos de nostalgia, mientras me miras como sospechando a través de la pantalla. Respiro hondo un par de veces, y desapareces cuando apunto y disparo a esa crucecita que baila sola en la esquina de arriba, a la derecha.

Y las ganas se agarran a mis entrañas, y recorren cada centímetro de mi piel, esa que besaste y acariciaste, esa que añora el tacto de la tuya, en perfecta comunión. Sólo unos pocos metros, y podría pasarme toda la noche observando las estrellas, sin ni tan siquiera tener que mirar al cielo.

Dejar las horas pasar, y derramar sobre estas hojas lo que desearía poder decirte de viva voz, si no existiese un mañana. Pero el sol volverá a salir, y las estrellas se esconderán de nuevo, pero mis ganas harán acto de presencia, otra vez, y de la mano de mis penas, desfilarán hacia ese mar de Jack Daniel's con Red Bull.

Los ojos se me cierran, voy a aprovechar el cansancio, y así la noche dará lugar a un nuevo día.