lunes, 26 de mayo de 2008

Había una vez...

Y hablar de uno mismo en tercera persona, mientras cuentas en primera persona una historia inventada, que podría ser la historia de cualquiera. Es la magia de la palabra, que no necesita de varitas, ni de trucos, ni de hechizos. Porque hoy puedo ser un personaje de cuento infantil, y mañana un operario de fábrica con vocación frustrada de escritor. Y puedo ser tú cuando me dé la gana, y dejar de serlo en el momento que quiera. Porque tus ilusiones, tus deseos, tus sueños y tus metas pueden ser míos con sólo chasquear los dedos, y devolvértelos cuando ya no los necesite. Porque puedo disfrazarte de pirata con pata de palo incluída, o de ejecutivo agresivo. Puedo transformarte en princesita de cuento de hadas en un abrir y cerrar de ojos, o en anoréxica suicida en menos tiempo aún. Puedo recorrer miles de kilómetros en un solo segundo, y gastar media vida en cruzar una calle. Puedo soñarte despierto, y mirarte a la cara como en un sueño. Puedo inmortalizar en un par de líneas mil historias compartidas, y pasarme cientos de hojas para contar un minuto de tu historia. Y puedo matarte, para resucitarte después, y seguir inventando recuerdos, y recreando ilusiones.

Sigue buscando

Tú me buscas porque soy un polvo fácil. Yo te busco para no sentirme tan sola. Y así, nos buscamos, sin encontrarnos, porque nos perdimos hace tiempo ya.