sábado, 20 de febrero de 2010

True lies

Miento cuando digo que no me importa, que no me importas, que me da igual lo que pienses (sobre mí). Miento cuando me visto de puta para salir a la calle, y fingiendo que eso es lo que quiero ser, cuando en realidad preferiría quedarme en casa, con el pijama puesto, sin una gota de maquillaje en la cara y viendo a solas aquella película que me recomendaste. Miento cuando callo, porque me gustaría gritarle al viento, y que mis palabras acabasen camufladas entre las nubes del cielo, y que jugasen juntas al parchís. Miento cuando hablo, porque mi boca escupe veneno, y mancha de negro paredes, techos, e incluso tu cara si te tengo en frente. Miento cuando respiro, porque preferiría asfixiarme hasta volverme azul, y ser la princesa desteñida de tu cuadro abstracto. Miento cuando te miro, y mis pupilas se dilatan, buscando un encuentro (fortuito) con las tuyas, y se encogen cuando sale el sol, que quema, que abrasa. Miento cuando camino erguida, porque me gustaría encogerme, hacerme pequeña, volverme capullo, y nunca más ser mariposa, sin alas, sin color, sin ganas de volar, ni siquiera de escapar. Miento cuando amo, y mi corazón se vuelve de piedra, de mármol, de granito, de pizarra, y se rompe en pedacitos tan pequeños, al precipitarse escaleras abajo, que se convierte en un puzle imposible de recomponer. Miento cuando busco inspiración en los rostros ajenos que encuentro a mi paso, en los fragmentos de historias personales que logro captar, en la luna o las estrellas, en las tardes de invierno soleadas, o en las noches calurosas de verano, porque al final, lo único que me inspira eres tú.

Y miento cuando escribo, porque todo lo que cuento me lo invento, y aunque no queramos darnos cuenta, ya todo está inventido.