domingo, 24 de febrero de 2008

Table for two

Ingredientes:

- 250 gr. de harina
- 1/4 de vaso de agua templada
- 1/4 de vaso de leche entera
- 20 gr. de levadura prensada
- una pizca de sal

Una tarde laboriosa, llena de platos que van y vienen, cacharros sucios en el fregadero, alguna caricia que se pierde entre la salsa de tomate y el queso rallado, y fluídos desahuciados que se van por el desagüe. Una cena tranquila, sin sobresaltos, pintada con las sonrisas que nos arranca el aparatito que hace las veces de tercero en discordia. Un postre dulce, como el chocolate, disfrazado de celebración con un 2 y un 9 que quizás llegaron demasiado tarde (pero con toda la buena intención). Una noche que invita a las confesiones, a compartir secretos que desde que bailan a través de nuestros labios, dejan un poco de serlo. De pasiones contenidas que estallan en la oscuridad de nuestros corazones, y de viajes retrospectivos hacia un pasado que tal vez fue mejor (por lo menos distino), intercalado con lagunas mentales y memorias selectivas. Y una mañana simple y sencilla, pero a contrareloj, que cuenta cada minuto que pasa, que sabe a sábanas mojadas y a creppes recalentadas.

Y vivir cada día como si fuese el útimo, como si fuese el primero. Y preparar un plato perfecto, suave textura, adecuada temperatura, mezclando mi tarde con tu noche y nuestra mañana.

jueves, 21 de febrero de 2008

Tic-tac

Pararía el tiempo en esa cita que resulta perfecta aunque llueva, y cuando sonríes sin ningún motivo. Pararía el tiempo cuando el cielo está pintado con los colores del arcoiris, y cuando me miras sin que me dé cuenta. Pararía el tiempo el día más caluroso del verano más caluroso, y al final de un te quiero. Pararía el tiempo cuando despierto por el olor del pan recién hecho, y cuando te veo al otro lado de la puerta con el desayuno preparado. Pararía el tiempo justo el minuto antes de que el sol se esconda por completo, y cuando me das la mano por debajo de la mesa. Pararía el tiempo antes de que tocaran las doce, para que Cenicienta disfrutara del baile, sin prisas, y estrenase sus zapatos de cristal a ritmo de vals. Pararía el tiempo cuando el reloj marca las 23:32, porque me encanta todo aquello que acaba tal y como empezó. Pararía el tiempo cuando cae la primera gota de una lluvia torrencial, para refugiarme entre tus brazos y empaparme de ti. Pararía el tiempo en el primer pétalo deshojado de mi margarita particular, para que sólo hubiese un me quiere. Pararía el tiempo antes de girar la esquina, para no perderme entre el bullicio de la gente y regresar a casa sana y salva. Pararía el tiempo cuando te miro sin rencor, para no perderme entre los sinsabores de la nostalgia, y poder ver, para después creer.

miércoles, 13 de febrero de 2008

¿¿¿Dónde he metido las llaves???

Conversaciones pendientes que penden de un hilo. Y cuelgan, y se balancean en el aire, al compás de la brisa que sopla mi memoria. Conceptos distorsionados mezclados con filosofía barata, de esa que se enreda entre nuestras lenguas en las noches de cristales empañados, de sombras acechantes, de calor en la entrepierna y frío tras la ventana. Frases flexibles como contorsionista, miradas que se cruzan en el punto de origen, motores que queman cuando nos sorprende el día. Y mil besos fugaces, entregados con la urgencia de unos labios oxidados.

P.D. Porque siempre, y pese a todo, me sirves (o te utilizo) como inspiración. Así que... un gracias de esos que tanto te gusta dar a ti.

sábado, 2 de febrero de 2008

El tiempo pasa, lento, deprisa

Noche templada, cerveza en mano, mientras unos metros más allá el punchin-punchin atrona nuestros oídos. Conversaciones banales, que nos transportan en el tiempo, cuando todo era igual, pero distinto. Tú te acercas, yo me alejo, cantando a pleno pulmón la canción más de moda, recorriendo miles de espacios vacíos que contienen nuestras huellas. Risas que van y vienen, y se pierden entre el ruido de la gente. Y galopan nuestros corazones a mil por hora, intentando seguir una coreografía imposible. Caricias sin intención, aunque intencionadas. Y así, sin más, sin menos, convergen dos voces destrozando aquello de "nada de esto fue un error".