domingo, 3 de agosto de 2008

Sexo, drogas y rock&roll

Se levantó una mañana, después de haberse pasado más de 24 horas seguidas durmiendo. Notaba el cuerpo como si en cada músculo le latiese un corazón, pequeño pero potente, y la cabeza como si un grupo de cincuenta adolescentes, bebidos, drogados y cachondos, hubiesen estado haciendo una orgía dentro de ella. Las sábanas bañadas en sudor, y tatuadas con la esencia más pura de su ser, esa sustancia blanquecina y pegajosa que alimenta sus sueños. Al poner los pies en el suelo, y conseguir abrir los ojos, se vio rodeado del caos más absoluto. Botellas de cerveza vacías danzando alrededor de la cama, muebles fuera de su sitio, sillas rotas, cuadros destrozados... y un olor, mezcla de porro y el sexo más salvaje, en el ambiente. Meó, se lavó las manos, la cara, y se miró en el espejo, donde descubrió un número de teléfono pintado con carmín rojo, junto a una frase que rezaba "Soy la del tanga rosa. Llámame". Pasó la mano por encima, y a medida que el carmín iba desapareciendo, aumentaba su resaca. Un café, bien cargado, y una ducha fría, y cada gota caía sobre su cuerpo entumecido como el agua de lluvia cae sobre suelo yermo. Desorientado, como un niño pequeño que se pierde en mitad de unos grandes almacenes, iba recorriendo cada rincón del apartamento como si fuese la primera vez que lo pisaba, y reconociendo, y recordando todo lo que el alcohol le había hecho olvidar. Y repasando hechos, momentos fugaces, que iban llenando los huecos vacíos de su memoria, instantes vividos, o soñados, mezclados en un cócktel molotov, se topó de frente, como quien se choca contra un muro, con una imagen, algo borrosa por el tiempo, que le abofeteó en su rostro cansado, en sus mejillas vestidas con una barba de tres días. Y se agarró el pecho, como el náufrago se agarra a esas cuatro tablas que hacen las veces de barca, intentando encontrar su corazón, y descubrió que ese músculo, del tamaño de un puño, había desaparecido, no estaba donde debiera estar. Y recordó, mientras moría un poco en el recuerdo, que aquella imagen, algo borrosa por el tiempo, se lo había llevado consigo, dejando un reguero de sangre tras de sí.

3 comentarios:

Os-K-r dijo...

Esto me recuerda a algo..

Oh.. creo que la resaca ha hecho que lo olvide :O jejeje..

Un beso.

Unknown dijo...

Es crudo lo que escribes, cómo lo escribes, de manera clara, con los sentimientos al filo de cada frase.
Me gusta y me hace sentir.
No puedo recordar por que nunca he estado allí...pero cuando se está sobrio las penas también se enredan en las entrañas y duelen...cómo duelen!
Un beso, mujer anónima.

Suciedad Anónima dijo...

Este comentario va dirigido a Raquel (no he podido dejártelo en tu blog, ya que no aparece ninguna entrada...). No, no soy Isabel (siento decepcionarte...:P), pero te agradezco igualmente que te hayas pasado por aquí, y me alegra que te haya gustado lo que has leído. Te animo a que te sigas pasando.
Un saludo!!