viernes, 5 de octubre de 2007

Una semana de ser o no ser

Empieza la cuenta atrás. Atrás desde siete. Siete días, con sus veinticuatro horas. Siete días de espera para lo inesperado. Hay mucho en juego, y en esta partida no me la juego, tengo demasiado que perder. Aunque todo esto es pura fantasía, producto de nuestra imaginación. Porque ni siquera jugamos a inventar. No somos cabezas pensantes, ni siquera un par de piezas de ajedrez (¿un peón más de entre tantos? ¿la reina? ¿el rey?, me pido el caballo, me encanta el dibujo que hace con su movimiento). Somos dos desconocidos que no tienen nada en común. Ni Sol, ni Luna, o tal vez ambos, luz y oscuridad. Siete días de intriga, de angustia. Una semana, con su rutina y su cotidianeidad. Una semana, sin más, como otra cualquiera, no hay nada de especial. Ni tú, ni yo. Sentirse original es poner de manifiesto la propia mediocridad. Porque mediocridad es lo que nos define, es lo que somos, y de lo que huímos. Intentamos escapar de ella, correr hacia lo diferente, pero es más rápida que nosotros. Más rápida que tú, y que yo, y siempre acaba por alcanzarnos. ¿Nuestro objetivo principal? Ubicarnos en esta realidad que no reconocemos. Buscar nuestra propia identidad, enfrentarnos a nuestros miedos y complejos (a nuestros fantasmas), plantarles cara. Ni siquiera nos tenemos el uno al otro, porque soy tan irreal como todo lo que te rodea, un paso el falso y me esfumaré, no dejaré un estela tras de mí. No esperes que la brisa de la mañana te devuelva mi perfume, no hay fragancia que me defina, no hay olor que me caracterice. No hay nada de eso, porque no soy nada, no existo, ni tan siquiera en tus sueños. No soy una huella, ni una imagen borrosa, porque nunca existí. Soy producto de tu imaginación, de tus necesidades, de tu aburrimiento. Estoy hecha de un material que no se puede crear, ni destruir, ni transformar. No puedes verme ni tocarme, no puedes sentirme ni pensarme. Porque no soy, no existo.
Otros siete días más, a partir de hoy. Abrir un paréntesis en nuestras vidas, para llenarlo de lo que todavía nos queda por vivir. Sigue respirando, que yo intentaré no desaparecer cuando te des la vuelta.

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