miércoles, 10 de octubre de 2007

Silencios, palabras y más silencios

Mi alma te habla con esas palabras que mi boca es incapaz de pronunciar, y mi mirada se cuela entre tus versos. Mi piel se confunde con esa parte de ti que sólo yo conozco, y toca lo que nadie se atreve. No hay definición posible para un sentimiento que nace de la nada. Intentando describir lo que todavía no ha sido creado, me vuelvo a equivocar, porque en un mundo hecho de palabras sin sentido, mi voz se pierde en la inmensidad de lo nunca dicho. Miles de frases inconexas que vuelan libres en busca de un punto de referencia, miles de suspiros en mitad de la noche, anhelando encontrar ese aliente que calme mi sed. Dos y el infinito, uno y uno.

Mis silencios se enredan entre la estela que dejan tus palabras, y mis palabras naufragan en el oasis de tu silencio. Tiré las llaves que abrían las puertas de mi corazón, pero quedó una pequeña rendija, un espacio chiquitín que fue albergando cada pedacito de ti. Y tu alma se fue colando, gota a gota, inconsciente e insensata, llenando cada espacio, cada hueco. La brisa del mar me trae de nuevo las notas de aqella melodía, dispersa aunque constante, que baña todo mi ser en un compás inacabado, inconcluso. Y mi silueta se confunde en la oscuridad, temiendo aparecer y a la vez hacerme invisible, cuando el eco de tu voz me recuerda que la vida es un segundo, y mi segundo se perdió en mitad de tus palabras y de mi silencio...

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