miércoles, 14 de noviembre de 2007

Shhhhhh...

Vale más mi silencio que mis palabras; hay mucho más de mí en lo que callo que en lo que digo. Porque las palabras se las lleva el viento, van de boca en boca, y pierden su valor. Se deforman y se marchitan. Se transforman y mutan; cambian de apariencia, y te confunden. Te dicen lo que quieres escuchar, juegan contigo. El silencio en cambio es puro, y limpio. Es honesto y sincero; es transparente. Dice mucho más, porque no se deja llevar por hipocresías ni falsedades. No es políticamente correcto; es directo, conciso.

Las palabras pueden herir, pero el silencio hace mucho más daño, porque te da donde más duele. Las palabras te pueden abrigar en las noches de frío, te pueden dar calor, y arroparte, incluso te pueden consolar, pero el silencio te acompaña siempre, allá donde vayas, impertérrito. No flaquea ante nada, ante nadie.

El silencio tiene mucho más poder que las palabras, contiene los sentimientos más brutales, y los más puros. Silencio como símbolo de indiferencia (o de apoyo), de ira (o de paz), de ofuscación (o de inspiración). El silencio se ve, se huele, se palpa. El silencio se escucha. Una vez alguien me dijo que me iba a enseñar a escuchar el silencio, en mitad de un multitud, o del ajetreo de una ciudad en hora punta; en lo alto de una montaña, o frente al mar.

Hay silencios incómodos, como cuando en mitad de una conversación te quedas sin saber qué decir. Hay silencios cómplices, cuando sobran las palabras. Hay silencios que desesperan, cuando aguardas sentado junto al teléfono, esperando esa llamada que nunca llega. Hay silencios involuntarios, cuando todo aquello que desearías decir se queda atorado en la garganta, cuando las palabras se esconden y te ahogan, cuando mueren antes de nacer. Hay silencios que matan, que se clavan en lo más profundo de uno, que te impiden respirar. Hay silencios capaces de salvar cualquier obstáculo, que llegan a ti, no importa la distancia o el tiempo.

Voy a crear una imagen que hable por sí sola, una imagen de silencio. Ese silencio a través del cual nos comunicamos tú y yo. Ese silencio que es un arma de doble filo. Voy a dejar que nos envuelva, que cubra todo lo que queda de nosotros, y que se lleve las palabras, lejos, bien lejos. Que barra todo lo que encuentre a su paso, y que no deje ni una gota de ese sonido que tanto me aturde. Mis labios están sellados, sellados por el silencio. Shhhhhh... no digas nada, no hables, sólo escucha el silencio.

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