lunes, 5 de noviembre de 2007

Entre mis cuatro esquinas

Veo un caballito de mar trotando por los senderos inhóspitos de la pared de mi habitación, y cuatro soles alumbrándome desde la esquina más oscura, mientras en línea recta una amapola me saluda a la vez que escupe un trozo de alga que se le quedó pegada entre los dientes. Y se pasea por mi brazo una hormiga con sabor a caracol, y me hace cosquillas en las raíces de mi pelo, a la vez que le guiño un ojo al duendecillo verde que me pinta las uñas de los pies de color de rosa. Y oigo cacarear a una ballena que pide auxilio, que se ha quedado atrapada entre las veinte patas de mi cama. Y en fila india, desde el flexo de la mesita de noche hasta la estantería que le da la mano a la estrella más fugaz, una tuna bailando la conga y haciendo malabares con los flecos de la colcha. Y la bailarina de la cajita de música se pone las puntas, se arregla el moño, se atusa el tutú, y espera ansiosa los primeros acordes de violín que toca el payaso descolorido de la esquina opuesta. Y sube el telón con visillos haciendo un ruido tal que despierta al pequeño martín pescador que descansa debajo de la seta roja, a la que le cayó una tromba de tinta negra cuando el calamar comenzó a llorar porque la tuna no le dejaba desfilar.

Y mientras yo me enfundo en mis zapatillas con forma de oso polar, el duendecillo verde se pone en jarras por haber echado por tierra su trabajo. El payaso le mete la lengua hasta el esófago a la bailarina despeinada mientras le arranca el tutú a violinazos. En un descuido, el caballito de mar deja preñada a la amapola, que se refugia en los tentáculos del calamar. La ballena muere desangrada de pena mientras la tuna, con la hormiga como maestra de ceremonias, entona un sentido "Adiós con el corazón". Los cuatros soles se echan por encima la colcha con flecos e invitan a cenar al martín pescador unas algas aliñadas con tinta negra bajo la sombra de una seta que mira a izquierda y derecha.

Me levanto, me dirijo al baño, meo, me lavos las manos y el alma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta esta frase:
"Y la bailarina de la cajita de música se pone las puntas, se arregla el moño, se atusa el tutú, y espera ansiosa los primeros acordes de violín,,,"
^^
saludos!