domingo, 11 de noviembre de 2007

Qué tiempos aquellos...!

De cuando era una niña ingenua e inocente y escribía cartas de amor a desconocidos, siempre a mano, despedida con mucho cariño. De cuando todo estaba aún por estrenar, y abría los paquetes con la ilusión de un niño la mañana de Reyes. De cuando me desgarraba las cuerdas vocales cantando canciones imposibles, fingiendo que sabía lo que hacía, que lo hacía bien. De cuando me maquillaba a escondidas y me ponía los zapatos de tacón de mamá, pasillo arriba, pasillo abajo. De cuando a las cosas se las llamaba por su nombre, y el pop era pop, y el rock era rock. De cuando en verano hacía calor, y frío en invierno, y los sábados por la mañana se cambiaban las sábanas. De cuando nos pasábamos las horas jugando en el calle, cansados de correr, de saltar, de gritar, y cenábamos pan con tomate viendo La Doctora Quinn. De cuando el cielo siempre era azul, y el sol siempre brillaba, aunque lloviese a cántaros; y bajábamos al portal con nuestros barquitos de papel, que naufragaban a los cinco segundos de haber partido. De cuando saltábamos en cada charco que se cruzaba en nuestro camino, y el agua nos llegaba a la cintura buscando caracoles que luego nadie quería comer. De cuando no había más etiquetas que las que enganchábamos en los libros de texto con nuestros nombres, mes de septiembre con los colores viejos de año pasado, y aquel papel de forro transparente que se te quedaba pegado en los dedos. Y concursos de literatura en el cole que siempre ganaban los mismos. Y manualidades expuestas en el gimnasio convertido en una gelería de arte contemporáneo. Y mil dobladillos en cada pantalón, de año en año, de hermano en hermano. De cuando la realidad era tan simple que sobraban interpretaciones.

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