miércoles, 12 de diciembre de 2007

23:54

Noches de tormentas, de rayos, truenos y centellas. De cielos cubiertos, atascados y empapados. Noches de estrellas disfrazadas y de lunas multiplicadas. De pies helados y mantas sobre la cama. Noches de silencios entrecortados por susurros de madrugada que se cuelan por la ventana de tu habitación mientras intentas conciliar el sueño. Y de pesadillas que se repiten en un continuo deja'vú. Noches de luces que alumbran en la oscuridad, y de tropiezos en el pasillo. Noches de gargantas secas de una sed insaciable, de pastillas para la tos y de libros sin acabar. Noches de calma cuando te agita el desasosiego, de curiosidades insatisfechas y de espejismos a media luz. Noches de reproches que se pierden entre tus cuatro paredes, de eses incompletas y de es a medio hacer. Noches de derroches, porque tú lo vales, de techos redondos y de suelos que se mueven bajo tus pies. Noches de repeticiones y reposiciones, de muelles danzarines y de sinfonías prestablecidas. Noches de pijamas sucios, rotos y viejos, de agujeros en los calcetines a rayas y de líneas imaginarias que no debes pisar. De horóscopos que siempre se equivocan y horquillas en el pelo. De miradas fugaces, ojos hinchados y caras blancas. De olor a perfume desgastado mezclado con ambientador de baño. Noches de hojas a cuadros, de bailes de letras, de frases cogidas al azar y de ruidos que no puedes apagar.

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